viernes, 1 de noviembre de 2024

ECONOMÍA DEL ONGANIATO

Adalbert Krieger Vasena, Ministro de Economía del Onganiato


EL BREVE MINISTERIO DE JORGE NÉSTOR SALIMEI


“Los primeros meses del gobierno de la ‘revolución argentina’ estuvieron marcados por indecisiones y confusiones. Los funcionarios designados por Onganía eran hombres que compartían sus orientaciones ideológicas, a las que diarios como La Nación, La Prensa y La Razón consideraban corporativistas. El ministro del Interior -Enrique Martínez Paz- y el ministro de economía -Néstor Salimei- fueron los blancos de las críticas de la burguesía industrial, cuyos miembros hicieron conocer su impresión de que ‘el gobierno no entendía realmente de qué se trataba’ y de que ‘la oportunidad brindada por el golpe de junio no podía ser desaprovechada’.
Salimei, de acuerdo con las ideas paternalistas de Onganía, intentó manipular la emergencia con una conducción de la CGT que les fuera favorable. Este intento (fracasado por el cambio de actitud de los sectores sindicalistas participacionistas luego de la indicación de Perón -en el exilio- de que el movimiento obrero debía oponerse al gobierno militar) originó un profundo descontento entre los sectores capitalistas de mayor poder económico. Tampoco logró controlar la inflación ni mejorar el déficit fiscal y la balanza de pagos. Preocupado sobre todo por la implantación del orden en la sociedad y la reorganización del Estado para hacerlo más eficiente, en su breve gestión tomó dos decisiones que tuvieron serias repercusiones sociales. Intervino diez ingenios azucareros en la provincia de Tucumán (lo que provocó desocupación y emigración de los trabajadores y sus familias) y, con el objetivo de reducir los costos operativos del puerto de Buenos Aires, impuso a la actividad portuaria un reglamento que desconocía las conquistas laborales de estibadores y portuarios, decisión que provocó que éstos lanzaran una huelga por tiempo indeterminado.


EL PLAN DE ‘ESTABILIZACIÓN Y DESARROLLO DE KRIEGER VASENA


En diciembre de 1966, Onganía reemplazó a su primer ministro de economía,Néstor Salimei -un empresario católico de la industria alimentaria local sin conexiones con el capital transnacional- por Adalbert Krieger Vasena, un técnico vinculado con los centros financieros internacionales. El nuevo Ministro de Economía era de orientación neoliberal, pero sus propuestas se caracterizaron por un pragmatismo que le permitió combinar estrategias de diferente orientación doctrinaria.
Krieger Vasena anunció su ‘Plan de Estabilización y Desarrollo’ el 13 de marzo de 1967. La medida más espectacular del plan fue la devaluación del 40% del peso moneda nacional (1 dólar/350 pesos). Según el ministro esta sería la última devaluación: explicó que como se trataba de una ‘devaluación anticipada’ (el porcentaje era mayor que el necesario para equiparar el peso al dólar) esperaba ‘reducir paulatinamente las presiones inflacionarias y especulativas contra nuestra moneda’, lo que contribuiría a la reactivación de la economía del país.
Además, estableció retenciones a las exportaciones agropecuarias y disminuyó los aranceles a las importaciones. Desde el punto de vista del ministro, estas medidas buscaban no sólo beneficiar al sector industrial sino también limitar el impacto de la devaluación sobre el poder adquisitivo de los salarios. La disminución, a través de la devaluación, de los precios de la carne y de los derivados del trigo -que eran los productos agropecuarios exportables- y la disminución de los productos importados contribuyeron a mantener el valor del salario real.
Días después, Kriger Vasena decretó la suspensión de las convenciones colectivas de trabajo -que establecían la posibilidad de que los trabajadores discutieran con los patrones  aumentos de salarios por rama de actividad-  y otorgó un aumento de salarios del 15% a los trabajadores de los sectores privado  y estatal, anunciando que sería el último hasta diciembre de 1968. Al mismo tiempo, firmó un acuerdo voluntario de precios con 85 empresas industriales líderes productoras de bienes de mayor consumo en el mercado interno. A cambio de su compromiso de no aumentar los precios, les ofreció ventajas especiales en materia de créditos bancarios.

LOS RESULTADOS DEL PLAN

El Plan de Krieger Vasena incluía muchas de las medidas que tradicionalmente habían formado parte de los planes de ajuste y estabilización aplicados desde 1955. La novedad surgía de su combinación con otras que resultaban inéditas. Una de las originalidades de la política económica de 1967 fue que atribuyó la  causa principal de la inflación no al exceso de demanda sino a los costos de los factores de producción y a los comportamientos especulativos de los actores. Sobre esta base, el plan de Krieger, en lugar de restringir, aumentó la circulación monetaria y el crédito bancario. Estos últimos estuvieron destinados, sobre todo, a la construcción de viviendas y al consumo personal y fueron tomados por los sectores de ingresos medios de la población.
Además, por primera vez desde 1955, un plan de estabilización incluía retenciones a las exportaciones agropecuarias. Desde el punto de vista político, esta medida significaba la subordinación de la burguesía agropecuaria a la dirección económica de la burguesía industrial. Por otra parte, los ingresos provenientes de las retenciones a las exportaciones fueron apropiados íntegramente por el aparato estatal y se convirtieron en una pieza clave del éxito económico del plan. Fueron la base de un importante capital que el Estado invirtió en obras públicas.
Al mismo tiempo, el aumento de la recaudación impositiva y las medidas para racionalizar y hacer más eficiente el gasto público y las empresas estatales contribuyeron a la reducción del déficit fiscal y, de este modo, aumentó el monto del ahorro del gobierno nacional, el que también fue destinado a inversiones.
La inversión pública realizada por el Estado fue el motor que mantuvo el nivel de actividad económica, impulsó el crecimiento que se registró en 1968 y evitó los efectos recesivos, resultado de la aplicación de los planes de estabilización tradicionales. Krieger entendía que estos datos eran fundamentales para restituir la confianza de los capitalistas nacionales y extranjeros. De todos modos, la inversión privada creció moderadamente durante 1967 y 1968 -menos que la estatal-y fueron limitadas las inversiones extranjeras directas.
En mayo de 1969, cuando los conflictos sociales se agudizaron y estalló el CORDOBAZO, la mayoría de los indicadores de funcionamiento de la economía argentina mostraba que el Plan Krieger había logrado muchos de los objetivos que se había propuesto el ministro.


LA HUELGA DE LOS ESTABADORES


En 1966 el gobierno de Onganía llevó a cabo un plan de racionalización de varios sectores de la economía nacional. Los ferroviarios, los empleados estatales, los obreros de ingenios azucareros, entre otros, se vieron afectados por estas reformas. En el caso del puerto de Buenos Aires, el gobierno aplicó un plan de reglamentación del trabajo portuario que buscaba regular las relaciones laborales y un incremento de la productividad. Los efectos de este reglamento fueron la ampliación de la jornada de trabajo y el despido de un numero considerable de trabajadores. Los estibadores rechazaron esta reglamentación, y declararon una huelga por tiempo indeterminado. Esto provocó una pronta y severa intervención del gobierno en el sindicato de los portuarios.
También promovió la entrada masiva de trabajadores jóvenes con la intención de quebrar la huelga y presionó a los viejos trabajadores para que terminara el conflicto. En los últimos días del mes de octubre, con el sindicato intervenido y jaqueados por la policía y la prefectura,  suspendieron la medida de fuerza, durante la cual habían subsistido gracias a las colectas de las familias y amigos.”

Alonso y Vázquez: La Argentina contemporánea (1852-1999), Aique, 2007, pags.206-207