27/10/2023
En
octubre, la provincia de Córdoba volvió a sufrir incendios devastadores en las
sierras y llanos. Sobre esta problemática recurrente, DEF conversó con Joaquín
Deón, geógrafo, docente de la Universidad Nacional de Córdoba e investigador
del CONICET.
Incendios descontrolados amenazando pueblos
enteros, cientos de evacuados, decenas de dotaciones de bomberos y brigadistas,
aviones hidrantes. Una vez más la provincia de Córdoba quedó presa de
las llamas.
En
los últimos 30 años, la provincia lleva perdidas 1.200.000 hectáreas de
superficie boscosa
Incendios,
evacuaciones y la necesidad de una respuesta urgente en suelo cordobés
“Después
de tres días de intenso combate colectivo de los incendios, llegó la
lluvia que permitió que pudiéramos controlar el fuego”, relata Joaquín
Deón. Sobre las consecuencias de este desastre, detalla que “las llamas
consumieron 12.000 hectáreas de bosques en ese lapso y 80.000
en los últimos dos meses”.
Sin
embargo, este optimismo inicial se vio opacado con la reactivación del fuego, producto de que la lluvia fue
escasa y no se llegó a hacer la llamada “guardia de cenizas”, que consiste en
vigilar el área afectada para evitar los rebrotes.
Para
ser más preciso sobre la situación general, el especialista explica que la
provincia “conserva menos del 3% de sus bosques nativos originales y que en los
últimos 30 años lleva perdidas 1.200.000 hectáreas de superficie boscosa”.
-¿Cuáles son los principales factores
desencadenantes de los incendios?
-En
la actualidad, los incendios son utilizados para cambiar el uso del suelo en
grandes magnitudes. Aunque la ley establece que las zonas con bosques
nativos quemadas no pueden ser usadas, se trata de casos en los que la
intencionalidad viene con un objetivo ya establecido como el de crear
circuitos deportivos en las sierras (cuatriciclos, motocrooss, etc.) y también
de favorecer la especulación inmobiliaria.
Según
pudo comprobarse, los bosques nativos tardan más de 80 años en recuperar un
estado similar al que tenían antes de incendiarse
A
nivel normativo, hay contradicciones: la Ley Nacional 26331 prohíbe la
intervención en bosques protegidos en las categorías amarilla y roja,
mientras que la Ley Provincial 9814 en una de sus artículos permite el
avance de la minería en cualquier categoría. ¿Cuál fue el resultado?
La experiencia demostró que detrás de la minería vino el negocio
inmobiliario. En definitiva, deja en evidencia que los incendios
son una estrategia que abre la puerta al negocio urbano, destruyendo la
cuencas y los bosques.
– Más allá de estas leyes, ¿hay normas
medioambientales específicas referidas a esta problemática?
-Creo
que uno de los principales inconvenientes es que no se le presta la
atención debida al tema, como se evidencia en las audiencias públicas en
las que se debaten los proyectos inmobiliarios, agroindustriales, ganaderos y
mineros de canteras en las zonas incendiadas. Esto se relaciona con que las
autorizaciones para la modificación en el uso del suelo en las zonas
incendiadas se fueron otorgando con fines diversos como actividades recreativas
u obras de interés público, entre otras, que enmascaran otros objetivos. En
definitiva, la cuestión es que no se cumplen las leyes
correspondientes, a lo que se suma que ellas mismas tienen artículos,
resoluciones y decreto que facilitan esta clase de operaciones.
– Volviendo al tema de los incendios, ¿cuáles son
las principales consecuencias?
– Los
impactos de los desmontes son graves y diversos. Por un lado, se
destruye la serranía y las cuencas. Por otro, contribuye a la
emergencia climática con la merma de la superficie boscosa y el
aumento de los gases de efecto invernadero generados por la combustión de la
vegetación. No menos importante es el avance de la frontera agrícola ganadera
que impacta en la vida de las familias de la región
-¿Cuánto tiempo demora un ecosistema en
reconstruirse?
–Los
bosques nativos tardan más de 80 años en recuperar un estado similar al que
tenían antes de incendiarse, según pudo comprobarse en zonas que sufrieron
un incendio y no volvieron a quemarse por décadas. Esto es paradójico porque en
nuestra provincia los incendios en las sierras ocurrieron a partir de
seguidilla de quemas en áreas en recuperación. O sea que la
superficie boscosa que después de un impacto comienza a recuperarse a través de
especies pioneras y colonizadoras, no llega a hacerlo debido a que
vuelve a quemarse todos los años en las mismas áreas.
-¿Cuáles son los impactos más graves de la minería
en la provincia?
-Las prácticas mineras son de canteras y generan
cada vez mayor destrucción de los cerros que terminan convertidos
en cráteres o lo que llamamos “cerros ausentes”, como consecuencia
de que esta explotación necesita la construcción de gran infraestructura
portuaria, de caminos y rutas para sacar la producción hacia los puertos. Esto
significa que la mega minería de canteras –así la llamamos– es un
actividad que acapara cada vez más las sierras.
En
la actualidad, hay tres empresas que han comprado más de 30.000
hectáreas en las Sierras Chicas como primer borde geográfico respecto
a la región pampeana y en ese borde geográfico han puesto a disposición del
agro negocio, mediante fideicomisos, la explotación de las cuencas serranas y
el deterioro de las mismas como consecuencia del mega negocio de canteras.
Inundaciones
y deforestación, un vínculo peligroso
-Otra problema recurrente en la provincia son las
inundaciones ¿Qué relación existe entre ambos fenómenos?
–La
pérdida de la masa forestal genera que el bosque nativo, a su vez, pierda la
función de “esponja” que le permite almacenar grandes cantidades de
agua y liberarla paulatinamente. En consecuencia, las cuencas se transforman en
una especie de tobogán y, en el caso de las sierras, es literal: el
agua que precipita va a parar directamente a los cauces, en cuyas
proximidades están los centros urbanos.
Hay
que tener en cuenta que cuando crecen los arroyos y ríos traen consigo también
palos, troncos, piedras, enormes masas de rocas y suelo que van arrastrando
todo a su paso (a diferencia de las inundaciones en la llanura, donde el agua
permanece varios días). A su vez, el agua que corre no queda disponible
en el subsuelo, hecho que a la larga va generando épocas de sequías
prolongadas debido a que el bosque no está.
Los
impactos de los desmontes son graves y diversos, desde la destrucción de
sierras y cuencas, hasta el aumento de los gases del efecto invernadero por la
combustión de la vegetación
El mal funcionamiento de esta especie de esponja
genera que el agua vaya a parar a un mismo cauce y se deteriore toda la
situación hídrica de la cuenca. Los cauces se van quedando
secos y la disponibilidad, tanto para consumo humano como ecosistémico, genera
una sequía mayor en el suelo, el subsuelo y afecta su disponibilidad para las
especies.
-Considerando que se trata de un problema ambiental
clave, ¿notás que hay una conciencia real en la sociedad y en la clase
dirigente?
–Creo
que la clase dirigente suele desconocer la problemática asociada del fuego,
desmontes, avance de la frontera agrícola ganadera. Por otro lado, existe
una parte importante de la población que es respetuosa del medioambiente y
también un trabajo clave de organizaciones –Universidad Nacional de Córdoba,
CONICET, Foro Ambiental Córdoba, etc–, asambleas y brigadistas, entre otros, que trabajamos
para generar conciencia y defender nuestros bosques nativos.
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