miércoles, 13 de mayo de 2020

LA INSERCIÓN DE AMÉRICA LATINA EN LA ECONOMÍA MUNDIAL:



LA DIVISIÓN INTERNACIONAL DEL TRABAJO:

“La Revolución Industrial, que se había originado en Gran Bretaña a fines del siglo XVIII, comenzó a expandirse al territorio europeo hacia mediados del siglo XIX. La extensión de la industrialización determinó que los países europeos se especializaran en la producción de bienes industrializados. Se enunció entonces el principio de las ventajas comparativas, que establecía que los países debían orientar su producción hacia aquellos bienes que podían producir a un costo más bajo. De esta manera, algunos Estados de Europa occidental se especializaron en la elaboración de bienes industriales, en tanto que los países de América Latina, al igual que muchas de las colonias europeas en Asia y en África, se centraron en la producción de bienes primarios (materias primas y alimentos).

Esta especialización de América Latina se vio favorecida, además, por el conflicto que se dio en Europa entre los tradicionales sectores agrícolas y la creciente burguesía industrial acerca de la necesidad de eliminar la protección arancelaria a los productos agrícolas europeos. Esta medida era reclamada por la burguesía industrial, que buscaba bajar sus costos de producción.

Cuando se eliminaron esas tarifas aduaneras, un nuevo mercado se abrió para los bienes primarios que podían producirse en América Latina a un costo más bajo que en Europa.


AMÉRICA LATINA EN EL MERCADO MUNDIAL


Los cambios experimentados en Europa crearon una serie de incentivos que posibilitaron la inserción de América Latina en el mercado mundial. Esa inserción fue posibilitada por el abaratamiento del transporte al permitir que los productos primarios latinoamericanos pudieran competir en el nuevo sistema global. Por otro lado, América Latina, a medida que obtenía divisas por la producción creciente de materias primas, podía importar más productos industrializados. Por su bajo costo, esos productos comenzaron a desplazar a la producción artesanal local en distintas regiones de nuestro continente.




LA TRANSICIÓN HACIA UNA ECONOMÍA AGROEXPORTADORA



La mayor estabilidad política que experimentó América Latina a partir de mediados del siglo XIX facilitó la inserción de la región en la nueva división internacional del trabajo. Sin embargo, es importante reiterar que los estímulos para esa integración no se originaron en América Latina, sino que provinieron de la economía de Europa. En efecto, ya desde la década de 1840 la demanda europea incentivó el desarrollo de nuevas actividades económicas, como la ganadería ovina en la Argentina o la recolección de guano en Perú. Estas experiencias marcaron el inicio de un proceso de transición hacia economías más integradas al mercado mundial.

En este sentido, la década de 1840 y la de 1850 fueron el inicio de un proceso de desarrollo económico que alcanzó su máximo nivel entre 1880 y el estallido de la Primera Guerra Mundial, en 1914. Uno de los factores principales en este proceso de inserción económica fue una mayor disponibilidad de créditos y de empréstitos -tomados por los estados latinoamericanos para financiar sus crecientes gastos-, que eran reflejo de su fortalecimiento y de la concreción de una mayor centralización política.


LA ADAPTACIÓN A UN NUEVO MODELO ECONÓMICO



Entre la década de 1840 y la de 1870, las economías latinoamericanas transitaron una etapa de adaptación e la nuevas condiciones ofrecidas por las economías más desarrolladas.

En este período, los países de América Latina debieron enfrentar y resolver una serie de problemas estructurales para adaptarse a las condiciones imperantes en el mercado mundial. Algunos de esos problemas eran la falta de una adecuada infraestructura de medios de transporte y de comunicaciones, así como con la ausencia de una organización comercial y financiera apropiada. La permanencia de formas de producción precapitalistas (no basadas en la relación salarial)y la escasez de población fueron otros problemas que los grupos dirigentes debieron resolver por medio de la acción del Estado.

El modesto crecimiento que las economías de exportación experimentaron entre 1850 y 1870 se evidenció en algunas de las ciudades que estaban vinculadas a la comercialización de nuevas actividades agroexportadoras, como Río de Janeiro y Buenos Aires, que comenzaron a dejar de ser ‘grandes aldeas’. En cuanto a las antiguas capitales coloniales, ciudad de México continuó siendo un importante centro político y económico, en tanto que Lima perdió influencia frente al mayor crecimiento de otras ciudades sudamericanas.


LA EDAD DE ORO DEL MODELO AGROEXPORTADOR


A partir de 1880, en América Latina se intensificó la producción de bienes primarios con destino a la exportación. Gracias a esa especialización, las naciones industrializadas se aseguraron amplios mercados donde vender sus productos industrializados y pudieron adquirir alimentos y materias primas a bajo precio.

Además, obtuvieron grandes ganancias por el envío de capitales al resto de los países, ya fuera en forma de préstamos a los gobiernos o de inversiones directas en ferrocarriles, minas, frigoríficos y otros espacios productivos, comerciales o financieros.

Por estos motivos, diversos autores consideran que en este período se estableció una relación de subordinación y dependencia entre los países latinoamericanos -a los que llamaron ‘periféricos’-, que se especializaron en la producción de bienes baratos y de poca elaboración, y las nacionales industrializadas o ‘centrales’ -en particular, las de Europa Occidental y los Estados Unidos-, que obtuvieron enormes beneficios de esa especialización. Además, concentraron dentro de sus fronteras las actividades vinculadas con las innovaciones y con el desarrollo tecnológico. Otros estudiosos, en cambio, sostienen que ese vínculo fue ventajoso para ambos grupos de países, cuyos intercambios comerciales aumentaron de manera notable.



LA DEMANDA DE PRODUCTOS LATINOAMERICANOS


¿Por qué creció tanto la demanda de los países centrales?. Básicamente, porque en el marco de la Segunda Revolución Industrial, el avance de la producción fabril y el surgimiento de nuevas industrias (de productos eléctricos, químicos, farmacéuticos o automotrices) ocasionaron una mayor demanda de minerales latinoamericanos, como el cobre -producido por Chile y Perú-, el estaño -monopolizado por Bolivia-, el petróleo -abundante en México, al que luego se sumó Venezuela- y el salitre -disponible en el desierto de Atacama, en el norte de Chile-, entre otros.

Además, a medida que las naciones centrales crecían, sus habitantes consumían más alimentos, como pan y carne, a la vez que incorporaban en su dieta nuevos productos, como bananas o café. Esta demanda estimuló la producción agrícola y ganadera de las zonas de climas templados (por ejemplo, las de la Argentina o Uruguay), a la vez que incentivó los cultivos tropicales (frutos, algodón, tabaco, cacao, café y azúcar) en Colombia, Venezuela, Ecuador, Brasil, el Caribe y América Central.



UN CRECIMIENTO CON VAIVENES


La expansión económica derivada de la producción primaria repercutió de manera desigual en las diferentes regiones y los países del continente americano. Las naciones que desarrollaban una economía más diversificada, basada en la exportación de varios productos -por ejemplo, la Argentina y Brasil-, tuvieron mayores oportunidades que los países mono productores. Estos dependían de un único producto de exportación y, por lo tanto, se encontraban más expuestos a los vaivenes de la demanda internacional.

La Primera Guerra Mundial (1914-1918) evidenció la vulnerabilidad de las economías primarias exportadoras, pues las naciones en conflicto redujeron sus envíos de capitales y de productos industrializados, así como la demanda de materias primas y de alimentos.



LOS CAMBIOS EN EL RÉGIMEN DE LA PROPIEDAD DE LA TIERRA



Entre los distintos factores de producción, la tierra era el más abundante en la América Latina de mediados del siglo XIX, a diferencia de capital y del trabajo, que solían ser muy escasos. Pero si bien había abundante tierra disponible para incorporar a la producción, fue necesario superar una serie de obstáculos para poder utilizar de manera eficiente la mayor cantidad posible de parcelas.



LAS REFORMAS LBERALES Y EL ACCESO A LA TIERRA



Los liberales del siglo XIX impulsaron reformas económicas para posibilitar el desarrollo pleno de las potenciales fuerzas productivas con que contaban sus respectivos países.

Uno de los ejes centrales de esas reformas estaba vinculado con la expropiación de las tierras de la Iglesia católica. En la visión de los liberales, las tierras que pertenecían a la Iglesia eran improductivas ( se las llamaba ‘tierras de manos muertas’). Por esa razón, la nueva legislación preveía su nacionalización (es decir, su pase a manos del Estado nacional) y su posterior comercialización en el mercado. Si bien inicialmente los liberales habían postulado la necesidad de que esas tierras fueran vendidas a pequeños y medianos propietarios (preferentemente inmigrantes europeos), lo cierto es que fueron adquiridas por sectores de la élite comercial, que las utilizaron para formar grandes latifundios.

Los pueblos originarios también se vieron afectados por las reformas. En su embestida contra los derechos de las corporaciones, los liberales sancionaron un conjunto de leyes que no reconocieron la propiedad comunitaria de la tierra. Paralelamente, se llevaron a cabo campañas militares para eliminar las fronteras internas y se inició un proceso de expansión de las haciendas vinculadas a los productos exportables sobre los territorios de las comunidades aborígenes.

De esta manera, la cuestión de la tierra se convirtió en un factor de tensión social en las áreas rurales, que alcanzó su pico entre fines del siglo XIX y principios del XX. Esas tensiones se dieron principalmente en países donde existía un importante número de comunidades indígenas (como México, Bolivia, Perú o Ecuador) y provocaron el estallido de diversos conflictos.” (1)



(1): Texto tomado de CARROZZA y otros: “La Argentina, América Latina y Europa entre fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XX”, Editorial Santillana, 2010, pags. 192 a 195


CONSIGNAS:

1-      ¿Qué es y cómo se aplicó el concepto de “división internacional del trabajo”?

2-      A) ¿Cómo se insertó América Latina en el mercado mundial?; B) ¿Cuándo y con qué actividades comienza este proceso?

3-      ¿A qué se llama en el texto etapa de transición?

4-      Elaborá un mapa conceptual que ordene los contenidos del texto titulado “La edad de oro del modelo agroexportador” (está escrito en rojo).

5-      5- A) ¿Qué cambios se introdujeron en los sistemas de propiedad de la tierra?; B) ¿Por qué?; C) ¿Qué consecuencias positivas y negativas tuvo este proceso?








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