La oligarquía argentina en sus tiempos de gloria
EL REFORZAMIENTO DE LA AUTORIDAD DEL ESTADO
“Durante la primera mitad del siglo XIX, la mayoría de los
países latinoamericanos se vio sacudida por conflictos y guerras civiles entre
distintos grupos y facciones. Esos conflictos impidieron organizar constitucionalmente
los nuevos Estados y alcanzar la anhelada estabilidad política.
Esta situación se modificó en las últimas décadas del siglo
XIX, cuando se afianzaron en el poder nuevos grupos dirigentes que impusieron
su dominio –por medio de alianzas o uso de la fuerza-en los diversos países de
América Latina. De este modo, disminuyeron notablemente los enfrentamientos
internos que caracterizaron el período posterior a la independencia.
En general, los países que durante años habían estado
sacudidos por los conflictos entre liberales y conservadores –México, Venezuela,
Colombia y Guatemala, entre otros- fueron testigos del triunfo del liberalismo.
A partir de éste éxito, los liberales promovieron transformaciones profundas,
orientadas a establecer un marco económico y político propicio para la
integración plena de sus países en la división internacional del trabajo. Entre
esas medidas se destacan la apertura de la economía hacia el exterior, el
afianzamiento de la propiedad privada, la supresión de las posesiones indígenas
comunitarias y un recorte de los poderes de la Iglesia católica.
En términos generales, los grupos dirigentes de las últimas
décadas del siglo XIX presentaban dos fuertes características: estaban ligados
estrechamente a las actividades productivas destinadas a la exportación y
estaban convencidos de que sus países necesitaban reforzar la autoridad del
Estado para garantizar la paz, la estabilidad y el mantenimiento del orden
interno.
POCA POLÍTICA Y MUCHA ADMNISTRACIÓN
Con el firme propósito de consolidar un poder central fuerte
que evitara el surgimiento de nuevos conflictos internos, los grupos dirigentes
latinoamericanos buscaron dotar al Poder Ejecutivo Nacional de gran autoridad.
Este anhelo se tradujo en el establecimiento de sistemas presidencialistas que
conferían grandes poderes al primer mandatario, entre ellos el de reemplazar a
las autoridades provinciales o estaduales por un interventor federal designado
por el presidente.
Al mismo tiempo en que se consolidaron en el poder, algunos
gobernantes –Porfirio Díaz, en México; Rafael Núñez,en Colombia; Julio A. Roca,
en la Argentina, entre otros- ensalzaron el lema “poca política y mucha administración”
o su similar “paz y administración”. Estas expresiones aludían al deseo de
suprimir la lucha política, que era asociada con la confrontación violenta, el
fervor ideológico, el caudillismo y la aparición de tendencias orientadas a
suplantar al sector que ejercía el poder. En su lugar, aspiraban a que el
gobierno se apoyara en la “administración”, considerada una actividad regular,
ajustada a las leyes vigentes y al dictado de otras que garantizaran la unidad,
el orden y el fortalecimiento del Estado. De este modo, la elite dirigente
confiaba en que se avanzaría en el camino del progreso y de la civilización por
el que ya avanzaban las naciones desarrolladas de Europa y los Estados Unidos.
Esta concepción implicaba también que las disputas por la
presidencia debían dejarse de lado, puesto que correspondía a quienes ya
gobernaban resolver esos asuntos. Por su parte, los grupos interesados en
participar en el poder podían incorporarse al manejo de la administración
pública, pero debían reconocer la superior capacidad de la elite dirigente para
conducir las riendas del Estado.
Arriba: Orden y Progreso, la versión brasileña de "Paz y administración"
LIBERALISMO ECONÓMICO Y CONSERVADURISMO POLÍTICO
La prioridad otorgada a la imposición y a la conservación
del orden significó una transformación del liberalismo latinoamericano, que en
términos políticos adquirió un tinte conservador y autoritario. Esta
reorientación implicó –con diversos matices- que las distintas gestiones
gubernamentales conjugaran una actitud abierta hacia el intercambio con el
exterior, las inversiones extranjeras, el fomento de la inmigración y la
extensión de la educación básica, con una práctica política restrictiva y
fraudulenta que impedía la participación de la mayoría de la población en los
actos electorales.
EL DOMINIO DE LA OLIGARQUÍA
Las elites gobernantes que se consolidaron en el poder
dirigieron la política y la economía de los países latinoamericanos entre fines
del siglo XIX y principios del siglo XX constituyeron verdaderas oligarquías.
¿por qué?. Porque desarrollaron mecanismos orientados a garantizar que sólo un
pequeño número de individuos o de familias tuviera acceso al poder.
Con esta consigna en mente, el reclutamiento de personas
seleccionadas para desempeñar funciones de gobierno se hacía de una manera
cerrada, basada en criterios de apellido, tradición, parentesco, amistad,
prestigio, dinero y, eventualmente, méritos militares o habilidad política. En
términos económicos, si bien con variantes vinculadas con las características
de cada país latinoamericano, estos sectores estaban integrados por
terratenientes, hacendados, propietarios de minas y grandes comerciantes. Todos
ellos gozaban de prestigio social y se consideraban a sí mismos como los más
aptos para el manejo del gobierno y de las principales funciones políticas,
jurídicas, profesionales y administrativas de sus países y de sus regiones. El
dominio de los cargos públicos más relevantes les permitía, a su vez, controlar
importantes decisiones económicas y beneficiarse con negocios muy lucrativos.
Para mantenerse en el poder, los gobiernos oligárquicos
apelaron a múltiples estrategias. Entre ellas, fue habitual que entablaran
vínculos con los “notables” de cada provincia o región y que buscaran asimilar
a algunos disidentes moderados. En cambio, excluyeron de manera tenaz a la
oposición considerada peligrosa y propiciaron, en algunos países, la limitación
del derecho al voto y de la capacidad para ser elegido. Estas restricciones no
se realizaron necesariamente en términos legales o jurídicos, sino que fue
común la utilización de mecanismos fraudulentos en las elecciones y de otras
prácticas que limitaban la libre expresión de la ciudadanía.
LAS OLIGARQUÍAS SE PERPETÚAN EN EL PODER:
Julio A. Roca, el padre del régimen oligárquico argentino
‘Las oligarquías latinoamericanas cerraron el camino por el
cual tendían a incorporarse a la vida pública las clases medias en ascenso y,
en algunos casos, las clases populares. Generalmente utilizaron mecanismos electorales
para evitar la expresión de las disidencias, estableciendo limitaciones legales
–por ejemplo, para los analfabetos- o haciendo fraude en los comicios. Además,
negaron obstinadamente la posibilidad de llevar a los cargos públicos a quienes
no pertenecieran al círculo oligárquico y crearon clientelas electorales y
administrativas que respaldaban al sistema cerrado y facilitaban su
funcionamiento”, nos dice José Luis Romero en su libro ‘El pensamiento político
de la derecha latinoamericana? (Editorial Paidós, 1970).
FRAUDE ELECTORAL
Luego de la independencia de sus países, las elites criollas
hispanoamericanas pretendieron construir la legitimidad de sus gobiernos con
modelos constitucionales republicanos que reconocían la división de poderes y
la elección de los gobernantes a través del voto. Pero las guerras civiles y
los enfrentamientos internos opacaron
estos intentos. En ese contexto, en algunos países se propusieron fórmulas que
pretendían condicionar el ejercicio de los derechos políticos a la solvencia
económica, a la posesión de cierto nivel de instrucción o a la pertenencia a
ciertos grupos sociales.
Hacia fines del siglo XX, sin embargo, en la mayoría de las
naciones iberoamericanas se reconocía la ciudadanía política de los varones
adultos nativos –o eventualmente nacionalizados- considerados libres (aquellos
que no dependían de otra persona). Y aunque los gobiernos oligárquicos
convocaban a esos ciudadanos a votar, para legitimar así a las autoridades,
implementaron numerosos mecanismos para burlar la voluntad popular. Uno de
ellos consistía en vigilar el empadronamiento de los ciudadanos mediante la
anotación en un registro electoral que debían realizar con anticipación las
personas interesadas en votar, ya que el sufragio no era obligatorio. En esas
instancias, las comisiones examinadoras podían habilitar o impedir el registro
de numerosos individuos. Además, como el
voto era ‘cantado’ o público –el candidato debía nombrar a viva voz al
candidato elegido- los partidarios del gobierno podían presionar a los
ciudadanos para que votaran por sus candidatos. También era frecuente que
durante las elecciones se amenazara o se encarcelara a los opositores, o que
una misma persona votara varias veces el mismo día, o que se modificaran los
resultados. En vista de todas estas maniobras. La mayoría de los ciudadanos
prefería no participar en las elecciones.
De este modo, las prácticas fraudulentas viciaron el
principio de representación popular que estaba en la base de los sistemas
republicanos.
VARIANTES NACIONALES DEL ESTADO OLIGÁRQUICO
El dominio oligárquico tuvo características propìas en cada
país latinoamericano. En algunas naciones, como Colombia, Perú o Ecuador, los
poderes locales o regionales mantuvieron su fortaleza frente al poder central.
En el otro extremo, en Chile, hubo una primacía temprana y excepcional del
gobierno central, mientras que en el caso de la Argentina o en el de Venezuela,
los poderes locales fueron debilitándose progresivamente, a medida que avanzaba
el proceso de centralización política.
Las variantes latinoamericanas también se expresaron en la
forma en que sus gobernantes ejercieron el poder. Así, en Bolivia, Colombia,
Ecuador, Guatemala y Perú, entre otros países, fue común que los presidentes
gobernaran con gran arbitrariedad. Pero en los casos en que los sectores
oligárquicos estuvieron mejor cohesionados, como en la Argentina, Chile o
Brasil, el poder presidencial (o imperial, en el caso brasileño), a pesar de
disponer de numerosas facultades constitucionales, quedó sometido a límites más
precisos”.
Texto tomado de: Carrozza y otros: La Argentina, América
Latina y Europa entre fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, Editorial Santillana,
2010, pags. 182 a 185.
CONSIGNAS:
1- ¿Qué modificaciones impulsaron los triunfadores en las guerras civiles?
2- ¿En qué aspectos se reforzó la autoridad del Estado?
3- ¿Qué significa la frase "poca política, mucha administración"?. Tener en cuenta la afirmación implícita de la frase...
4- ¿Qué ideas imponían las elites de esa época?
5- Resumí el texto titulado "El dominio de la oligarquía" -es la parte que está escrita en letra naranja-.
6- ¿Cómo se efectivizaba el fraude?
7- Compará las situaciones de los distintos países.
CONSIGNAS:
1- ¿Qué modificaciones impulsaron los triunfadores en las guerras civiles?
2- ¿En qué aspectos se reforzó la autoridad del Estado?
3- ¿Qué significa la frase "poca política, mucha administración"?. Tener en cuenta la afirmación implícita de la frase...
4- ¿Qué ideas imponían las elites de esa época?
5- Resumí el texto titulado "El dominio de la oligarquía" -es la parte que está escrita en letra naranja-.
6- ¿Cómo se efectivizaba el fraude?
7- Compará las situaciones de los distintos países.
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