lunes, 15 de junio de 2020

EL SEGUNDO GOBIERNO DE ROSAS:





La Vuelta de Obligado, donde las fuerzas argentinas enfrentaron a los imperios inglés y francés


Luego de que la esposa de Rosas y sus partidarios forzaran la renuncia de Balcarce, fueron gobernadores de Buenos Aires, por muy cortos períodos, Juan José Viamonte y Manuel Vicente Maza. La Legislatura ofreció en repetidas oportunidades la gobernación a Rosas, pero éste la rechazó debido a que no se le ofrecían las Facultades Extraordinarias.



En febrero de 1835 fue asesinado en Barranca Yaco, en la provincia de Córdoba, el caudillo federal riojano Facundo Quiroga. La muerte del riojano, quien junto a Rosas y Estanislao López era uno de los principales referentes nacionales del federalismo, generó un recrudecimiento de las luchas civiles. 
Facundo Quiroga


En Buenos Aires el asesinato se adjudicó a los unitarios, y la tensión política llegó a niveles desconocidos. A consecuencia de esta situación, la Legislatura bonaerense ofreció a Juan Manuel de Rosas, en marzo de 1835, la gobernación de la Provincia, confiriéndole además “la suma del poder público por todo el tiempo que a su juicio fuese necesario”. Rosas declaró que sólo aceptaría el cargo si el pueblo avalaba la decisión de la Legislatura en un plebiscito convocado al efecto. En esta consulta, celebrada entre el 26 y el 28 de marzo de 1835, la nominación de Rosas fue confirmada abrumadoramente.

Apenas asumió como Gobernador, Rosas separó de su cargo a funcionarios, empleados administrativos y militares “por no ser fielmente adicto[s] a la causa nacional de la federación”, e impuso el uso de la divisa federal, la divisa punzó, en los edificios públicos, escuelas, casas particulares, y en la vestimenta de la población. Fue particularmente temida "La Mazorca", policía política vestida de rojo que perseguía a los opositores.




 Arriba un mazorquero. Abajo la divisa punzó

Debido a éstas y otras medidas, los opositores políticos comenzaron a emigrar masivamente al interior o a países vecinos como Uruguay, Chile y Bolivia, desde donde trataron, con el apoyo de diversos países, de derrocar a Rosas.

Rosas se alió con los gobiernos federales del interior, y apoyó con armas y tropas porteñas el derrocamiento de los gobiernos provinciales a los que él consideraba de “tendencia unitaria”.

Los gobernadores federales delegaron en Rosas el manejo de las Relaciones Exteriores de la Confederación, pero, en la práctica, la cohesión de las provincias argentina fue escasa.

Los opositores organizaron incesantes alzamientos provinciales, apoyados por diversos gobiernos extranjeros (como el uruguayo, brasileño, boliviano, inglés y francés). Por eso los conflictos interiores y exteriores se mezclaron con mucha frecuencia.

Entre 1837 y 1839, la Confederación Argentina aliada con Chile estuvo en guerra contra Perú y Bolivia (que apoyaban a los unitarios del norte argentino); entre 1838 y 1840 una flota francesa, aliada a los unitarios de Montevideo y al gobierno uruguayo del General Fructuoso Rivera, bloqueó Buenos Aires, mientras que entre 1845 y 1848 una flota de Inglaterra y Francia –las dos potencias más poderosas de la época- aliada con los unitarios de Montevideo y los uruguayos del Partido Colorado de Rivera volvieron a bloquear Buenos Aires e intentaron forzar la apertura del río Paraná al comercio internacional. Este objetivo de lograr la “libre navegación de los ríos” agradaba a muchos en Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe, aunque en este conflicto apoyaron a Rosas.

La situación más confusa fue la de Uruguay, ya que durante 9 años (de 1843 a 1851) un ejército de federales argentinos y uruguayos del Partido Blanco del “Presidente” oriental Manuel Oribe, sitió a Montevideo. La capital uruguaya estaba defendida por argentinos antirrosistas, orientales del Partido Colorado del también “Presidente” Fructuoso Rivera  (Uruguay tenía dos gobiernos en lucha entre sí)  y voluntarios europeos.

Rosas también operaba contra estos países, ya que coqueteó entre 1835 y 1845 con el movimiento secesionista brasileño que pretendió independizar a Río Grande do Sul –la provincia brasileña más meridional- del Imperio. Esa zona, aún hoy área “gaúcha”, tenía muchos vínculos con los pueblos de la llanura pampeana, con los que compartía un bioma y un estilo de vida. Por otro lado, la excelente relación política del líder bonaerense con los afrodescendientes era una fuente de preocupación para un Imperio basado en la esclavitud de los africanos.
El Estado brasileño de Río Grande do Sul


El derrocamiento de Rosas se produjo en 1852, y estuvo en la tónica de sus anteriores conflictos.

En 1851 el gobernador federal de Entre Ríos Justo José de Urquiza, hasta entonces un firme aliado de Rosas, hizo un “Pronunciamiento” declarando que dejaba de reconocer la autoridad de Rosas como líder de la Confederación.

Urquiza formó una alianza con Corrientes, Brasil y el gobierno uruguayo de Rivera. Estas fuerzas primero derrotaron a Oribe, el aliado uruguayo de Rosas, y luego marcharon sobre Buenos Aires, con Urquiza al frente del “Ejército Grande de la América del Sur” (entrerrianos, correntinos, uruguayos, brasileños, emigrados argentinos).
Justo José de Urquiza


Las fuerzas rosistas fueron derrotadas en Caseros el 3 de febrero de 1852.

El gobernador presentó la renuncia y se refugió en la embajada inglesa, pidiendo asilo político en ese país.

Juan Manuel de Rosas murió en Inglaterra en 1877, veinticinco años después de su derrocamiento. Sus restos no fueron repatriados hasta la década de 1990.



LA ESPADA DE SAN MARTIN Y LA INSOLENCIA INAUDITA



 El sable corvo del General San Martín que pasó a Rosas por testamento del libertador
El general José de San Martín dejó en su testamento la espada con la que había luchado en las guerras de independencia a Juan Manuel de Rosas.

Por aquellos años, Inglaterra y Francia, las dos potencias más fuertes, estaban buscando nuevas colonias. Una de las víctimas de esas apetencias fueron los chinos, que debieron aceptar tras perder la “Guerra del Opio” que los ingleses les vendieran  droga como si fuera una mercadería más.

Los intentos de estas potencias en el Río de la Plata fracasaron en forma ruidosa frente a la resistencia de la Confederación Argentina de Rosas.

Arriba: Las cadenas que se tendieron en el Paraná para deificultar el paso de los buques de Inglaterra y Francia.


Impresionado, San Martín le escribió desde Grand Bourg a Tomás Guido:

“Tentado estuve de mandarle a Rosas la espada que contribuyó a defender la independencia americana, por aquel acto de entereza en el cual, con cuatro cañones, hizo conocer a la escuadra anglo-francesa que, poco o muchos, sin contar con elementos, los argentinos saben siempre defender su independencia”(1).

En otra carta el Libertador señalaba que Rosas había demostrado que los argentinos no son “empanadas que se comen de un solo bocado” (1).

La aventura colonial de Inglaterra y Francia terminó muy mal, y Rosas tampoco les facilitó la salida:

“Inglaterra, ansiosa ya por terminar con el bochorno internacional, envía al prestigioso diplomático Henry Southern. Rosas, escaldado y deseoso de fijar sin rodeos las condiciones de lo que es indisimuladamente una capitulación enemiga,se niega a recibirlo hasta tener claras sus intenciones.

El primer ministro lord Aberdeen se indignará el 22 de febrero de 1850 ante el Parlamento británico:

‘Hay límites para aguantar las insolencias y esta insolencia de Rosas es lo más inaudito que ha sucedido hasta ahora a un ministro inglés. ¿Hasta cuando hay que estar sentado en la antesala de este jefe gaucho? ¿Habrá que esperar a que encuentre conveniente recibir a nuestro enviado?  Es una insolencia inaudita’.

[…] Finalmente, mister Southern y el Restaurador firmarán el acuerdo que aceptaba todas las exigencias argentinas.

El convenio establece la devolución de Martín García y de los buques de guerra; la entrega de los buques mercantes a sus dueños; el reconocimiento de que la navegación del Paraná es interior y sólo está sujeta a las leyes y reglamentos de la Confederación Argentina, y que la del Uruguay es común y está sujeta a las leyes y reglamentos de las dos repúblicas; y la aceptación de Oribe para la conclusión del acuerdo.

Rosas se obliga a retirar sus tropas del Uruguay cuando el gobierno francés haya desarmado a la legión extranjera, evacúe el territorio de las dos repúblicas, abandone su posición hostil y celebre un tratado de paz.

Pero todavía hay más. Se establece la amistad entre los dos países e Inglaterra se obliga a saludar el pabellón de la Confederación Argentina con veintiún cañonazos.

Algunos meses más tarde también se rendirá Francia, a pesar de que muchos querían continuar la guerra, pero serán finalmente desanimados, entre otras razones, por la patriótica acción de dos José de San Martín que empeñará su prestigio para convencer a los europeos de que ‘todos los argentinos se unirán y tomarán una parte activa en la lucha’, por lo que la invasión se prolongaría `hasta el infinito’ ” (2)





Bandera argentina en tiempos de Rosas. El azul es muy oscuro, casi negro. El sol y los gorros frigios son rojos.




FUENTE:

(1): Pacho O’Donnell: “Juan Manuel de Rosas”, Editorial Planeta, 2003, pags. 277 y 279



(2): Pacho O’Donnell: “Juan Manuel de Rosas”, Editorial Planeta, 2003, pags. 292 y 293





CONSIGNAS:
1-    ¿Qué características tuvo la etapa 1832-35?
2-    A) ¿Cómo murió Facundo Quiroga? ; b) ¿Qué consecuencias generó esa muerte?
3-    A) ¿Cómo fue la relación entre Rosas y la oposición? ; b) ¿Qué era la divisa punzó?
4-    ¿Qué conflictos militares internos y externos enfrentó Rosas durante su gobierno?
5-    ¿Cómo cayó Rosas?
6-    A)¿Cómo terminó la intervención anglofrancesa?; B) ¿Por qué estaba tan enojado Aberdeen?
7-    PARA INVESTIGAR: 

A) Buscá breves biografías de JUAN MANUEL DE ROSAS Y JUAN FACUNDO QUIROGA ; 
B) ¿Qué fue la GUERRA DEL OPIO y cómo terminó?


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