jueves, 9 de julio de 2020

EN EL AÑO DE MANUEL BELGRANO




En 2020 se cumplen 200 años de la muerte y 250 del nacimiento de Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, el hombre que ganó la dos batallas que garantizaron la independencia argentina: Tucumán y Salta.
Video realizado a partir de la película Belgrano (2010)


La película completa:


ALGUNAS PREGUNTAS PARA REFLEXIONAR:
[NO LAS CONTESTEN. VAMOS A CHARLARLO EN CLASE -virtual-]

A PARTIR DEL PRIMER VIDEO:
Del primer fragmento de la película en el video corto:
1-  ¿Qué perfil personal parece tener Belgrano a partir de su presentación en la fiesta realizada en su honor en Tucumán?
2-  ¿Qué posturas enfrentadas aparecen acerca de la figura de Belgrano?

 Del segundo fragmento de la película en el video corto:
3-  ¿Por qué se ven tan desalentados Belgrano y San Martín?
4-  ¿Qué argumenta Belgrano?
5-  ¿Qué argumenta San Martín?

 Del tercer fragmento de la película en el video corto:
6-  ¿Cuáles eran los ideales de Belgrano? ¿Qué le discute su novia, María Josefa Ezcurra?
7-  PARA INVESTIGAR: ¿Por qué Rosas criaba como si fuera el padre al hijo de Belgrano?

Del cuarto fragmento de la película en el video corto:
8-  ¿Por qué pide Belgrano al soldado que le muestre la escarapela?

Del quinto fragmento de la película en el video corto:
9-  ¿Qué temores tiene el enviado de Buenos Aires? ¿Cómo le responde Belgrano?

A PARTIR DEL SEGUNDO VIDEO:
Mirá en la película completa de Belgrano de 1:09:50 a 1:17:38, y respondé:
10- ¿Qué representa ese Belgrano joven y fuerte que se pone el sombrero y se aleja cuando Belgrano muere?




Videos publicados en:
 Video de 30 minutos:
https://www.youtube.com/watch?v=478DLPaHjZc&feature=emb_err_woyt

Película completa:
https://www.youtube.com/watch?v=Sl0WKQ7HReY&feature=emb_err_woyt


martes, 7 de julio de 2020

¿CÓMO SE VEÍA LA ROMA ANTIGUA?


EL SEGUNDO IMPERIO MEXICANO: UNA AVENTURA COLONIAL DE NAPOLEÓN III


Bandera del Segundo Imperio Mexicano
ANTECEDENTES:


La historia de México en el siglo XIX fue muy agitada por los continuos enfrentamientos entre los liberales y los conservadores, pero también por las intenciones de varias provincias de independizarse (Tejas tuvo éxito, pero también lo intentaron Yucatán y Río Grande) y por los enfrentamientos militares con los Estados Unidos y con Francia.
Las tres provincias que intentaron separarse de México


La integración de la República de Tejas a los Estados Unidos generó una guerra de México contra ese país que terminó para los aztecas con la pérdida de varios millones de kilómetros cuadrados en el norte. Además de Tejas, México pierde en 1848 los actuales estados norteamericanos de Arizona, Nuevo México, California, Nevada, Utah y partes de Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma.



Por esa época se estaban dando en México conflictos internos entre liberales y conservadores. Los primeros procuraban disminuir la influencia de la Iglesia católica en el país, ya que esa institución poseía una enorme cantidad de propiedades en el país, y controlaba el registro civil, la educación y los hospitales. 


Las reformas liberales, que fracasaron en 1833, se plasmaron en la Constitución de 1857. Los conservadores y la Iglesia no aceptaron este documento y se inició la Guerra de los Tres Años (1858-61) durante la cual los liberales profundizaron las reformas a través de una serie de leyes que establecieron entre 1859 y 1863:

*LA NACIONALIZACIÓN DE LOS BIENES DEL CLERO

*LA SEPARACIÓN DEL ESTADO MEXICANO DE LA IGLESIA CATÓLICA

*EL MATRIMONIO CIVIL

*EL REGISTRO CIVIL

*LA SECULARIZARON –control estatal- DE LOS CEMENTERIOS

*LA RUPTURA DE LAS RELACIONES ENTRE MEXICO Y LA SANTA SEDE

*LA LIBERTAD DE CULTO.

*NACIONALIZACIÓN DE LOS HOSPITALES Y LAS OBRAS DE BENEFICENCIA

*LA EXTINCIÓN DE LAS COMUNIDADES RELIGIOSAS

“En sus enfrentamientos con la Iglesia, Juárez estimuló el establecimiento de una iglesia mexicana, propiciando un cisma; al mismo tiempo, los gobiernos liberales propiciaron la difusión del protestantismo como manera de erosionar la influencia católica entre la población.” (1)

El gobierno mexicano no quería propiedades en “manos muertas”, es decir en manos de corporaciones como la Iglesia, o de las comunidades indígenas.

“Las manos muertas eran la acumulación de bienes por la Iglesia o por las comunidades indígenas, que por su propia naturaleza impedían legalmente que una vez ingresadas en la masa patrimonial de dichas corporaciones los mismos pudieran ser vendidos o hipotecados, salvo casos excepcionales, es decir, salían del comercio, por lo que se decía que pasaban a ‘mano muerta’, o se AMORTIZABAN. Durante los tres siglos de la Colonia se había producido la amortización de una gran cantidad de bienes raíces en manos de los ayuntamientos y de la Iglesia, a los que había que agregarle las tierras de las comunidades indígenas.”(2)



LA INTERVENCIÓN EUROPEA:


Al término de la Guerra de los Tres Años el gobierno del presidente Benito Juárez anunció que México suspendía el pago de las deudas que el país tenía con algunos países europeos debido a la compleja situación económica.

La respuesta de España, Francia e Inglaterra fue desembarcar tropas en el puerto mexicano de Veracruz para presionar al gobierno y que éste revirtiera la medida.

Juárez negoció un acuerdo con españoles e ingleses tras el cual estos países retiraron sus tropas, pero Francia no lo aceptó. En París gobernaba por entonces el sobrino de Napoleón Bonaparte, el Emperador Napoleón III. El soberano francés deseaba instaurar una monarquía en México que ayudara a los sureños en la Guerra de Secesión de los Estados Unidos. La división del Estado norteamericano y un México fuerte bajo la protección francesa eran vistas como medidas muy favorables para los intereses de París.

Desde Veracruz las tropas francesas avanzaron hacia el interior del país y tomaron la ciudad de México el 10 de junio de 1863. Los franceses instauraron un consejo de regencia integrado por dos generales conservadores y el arzobispo de México, monseñor Labastida.
Maximiliano I Habsburg, Emperador de México


Esta Regencia envió una delegación a Austria para convencer al Príncipe Maximiliano de Habsburgo de que se hiciera cargo de la corona mexicana, a la vez que una Junta de Notables emitió un dictamen que indicaba:

1.- La nación mexicana adopta por forma de gobierno la monarquía moderada, hereditaria, con un príncipe católico.

2.- El soberano tomará el título de Emperador de México.

3.- La corona imperial de México se ofrece a S. A. I. y R., el príncipe Maximiliano, archiduque de Austria, para sí y sus descendientes.

4.- En caso que, por circunstancias imposibles de prever, el archiduque Maximiliano no llegase a tomar posesión del trono que se le ofrece, la nación mexicana se remite a la benevolencia de S. M. Napoleón III, emperador de los franceses, para que le indique otro príncipe católico.

En mayo de 1864 arribó as Veracruz el nuevo Emperador, Maximiliano I, dando origen al Segundo Imperio Mexicano. Para darle legitimidad al nuevo gobierno, el monarca adoptó al hijo y al sobrino de Agustín Iturbide, quien había sido Emperador de México en 1821.

Lo curioso fue que Maximiliano, que había sido llamado por los conservadores, no anuló las reformas que habían hecho los liberales respecto a las posesiones de la Iglesia, puso a varios destacados liberales como Ministros e incluso le ofreció al líder liberal Benito Juárez ser Ministro de Justicia –cosa que Juárez no aceptó-.

El Emperador tenía un pensamiento liberal que coincidía en muchas cosas con quienes ahora eran sus enemigos en México:

“El fundamento de su legislación liberal fue una ley del 16 de junio de 1863, donde se estableció una Asamblea de Notables, seguida de unas bases para el gobierno del nuevo imperio del 11 de agosto del mismo año. Entre los aciertos de esta legislación, derivadas del Estatuto, estuvieron la ley de organización de los ministerios, la ley orgánica que dividió el territorio en departamentos para su mejor administración y gobierno, la que creó el Periódico Oficial, la que reguló la policía general del Imperio, la ley electoral de los ayuntamientos, la ley de garantías individuales, el decreto de libertad de trabajo, favorecedor de los indígenas que trabajaban como peones al declararlos “libres” y al proponer la extinción de las deudas que tenían contraídas con sus amos, así como al declarar que quedaban abolidas en las haciendas los castigos de prisión, cepo, latigazos y en general todos las sanciones corporales. También las normas sobre la forma de promulgar las leyes y las de organización del cuerpo diplomático y consular, la del notariado, la ley sobre lo contencioso administrativo y su reglamento, las leyes sobre administración de justicia y organización de los tribunales y juzgados del imperio, la del Tribunal de Cuentas, la del establecimiento del Banco de México como banco emisor, y la ley y el reglamento sobre inmigración.”(3)

“La legislación antes mencionada, junto a las normas sobre libertad de culto, abolición del fuero eclesiástico, nacionalización de los bienes de la Iglesia, exigencia del pase imperial para los documentos pontificios, y todas las que ratificaron la legislación juarista, como la de registro civil y de cementerios, llevaron al emperador a un enfrentamiento con el clero. Debido a ello, las relaciones entre Estado e Iglesia fueron siempre tirantes durante el Segundo Imperio.”(3)


LA GUERRA:



 Benito Juárez
Ante la toma de México por los franceses, Benito Juárez estableció un gobierno itinerante, estableciéndose en ciudades como San Luis Potosí, Chihuahua y la actual Ciudad Juárez (Ciudad del Paso del Norte, por entonces).

El Presidente se negaba a huir a los Estados Unidos debido a lo cual durante muchos meses el gobierno de Juárez fue huyendo de ciudad en ciudad escapando de las tropas francesas.

La situación de los republicanos mejoró cuando en 1865 terminó la Guerra de Secesión norteamericana, y el gobierno de Washington comenzó a apoyar claramente a Juárez y a presionar a Napoleón III.

Por eso en 1865-66 las fuerzas republicanas comenzaron a avanzar tanto en el norte como en sur, recuperando diversas ciudades y acorralando al Emperador. 


EL FIN DEL SEGUNDO IMPERIO:


Las tropas francesas permanecieron en México hasta 1866, cuando fueron retiradas por diversos motivos. En Europa, las relaciones entre Francia y Prusia se estaban deteriorando, y se esperaba una pronta guerra (que estalló cuatro años después). En América, no solo a los republicanos mexicanos les iba cada vez mejor sino que había terminado la Guerra de Secesión norteamericana, con la derrota sureña.

Maximiliano estaba cada vez más sólo, abandonado por los franceses y con fuertes diferencias con los conservadores y con la Iglesia. Su familia le recomendó renunciar pero él se negaba.

Finalmente Maximiliano  fue arrestado en Querétaro por el ejército republicano de Mariano Escobedo. Tras una breve corte marcial, Maximiliano y dos general imperiales, Miguel Miramón y Tomás Mejía, fueron fusilados el 19 de junio de 1867.






NOTAS:
(1): RECALDE Y OTROS: “Historia Argentina y Latinoamericana I”, Aula Taller, 2005, pags. 159.
(2): RECALDE Y OTROS: “Historia Argentina y Latinoamericana I”, Aula Taller, 2005, pags.160
(3): Wikipedia


CONSIGNAS:
1- ¿Por qué fue tan inestable la extensión territorial de México? ¿Qué factores provocaron esas pérdidas territoriales?
2-   a)¿Qué objetivos tenían las reformas liberales? ; b)¿Quiénes se oponían a ellas?
3-  ¿A qué se llamaba en la economía del siglo XIX "manos muertas"?
4- ¿Cómo se desarrolló la intervención europea en tiempos del Presidente Juárez?
5-  ¿Cuáles eran los objetivos del gobierno francés de Napoleón III?
6-  a) ¿Qué medidas impulsó el Emperador mexicano Maximiliano?; b) ¿Por qué le trajeron problemas esas reformas?
7- Resumí la guerra civil que enfrentó en México a los republicanos de Juárez con las fuerzas imperiales.

CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO EN LATINOAMÉRICA: EL CASO MEXICANO


El Primer Imperio Mexicano (1821-23)
“La ruptura del Pacto Colonial significó para América Latina la desaparición de las grandes unidades administrativas creadas por el Imperio Español en América y el surgimiento de poderes regionales en pugna entre sí. La base del poder a lo largo de Hispanoamérica se desplazó hacia el mundo rural y se encarnó en la hegemonía de los hacendados que disponían  de ejércitos de peones militarizados.

Con pocas excepciones, en los treinta años siguientes a la caída del poder español en América, las unidades políticas fueron de alcance regional, inestables y con un aparato político institucional sumamente rudimentario.

A mediados del siglo XIX los cambios que se estaban produciendo en el sistema económico mundial repercutieron en Ibero América. El mayor interés de los países centrales por las exportaciones de los países agrícolas, ganaderas o extractivas y la instalación de inversiones europeas, obligaron a avanzar hacia la creación de Estados territoriales más extensos, con un sistema político y legal que sirviera de marco para el intercambio entre las elites económicas nativas y el mercado mundial. De esta manera, los viejos Estados caudillistas serían substituidos por modernos Estados Nacionales a lo largo de procesos complejos y conflictivos  que en algunos casos durarían décadas.”(1)


EL CASO MEXICANO:


“Si algo distingue a la experiencia mexicana del resto de Hispanoamérica fue el temor que despertó en los grupos dirigentes la participación de una base social peligrosa, integrada por indios y ‘castas’, en el intento independentista promovido por Hidalgo en 1810. Finalmente, ese movimiento popular fue derrotado y la independencia de 1821 fue una iniciativa política de carácter francamente reaccionario, promovida por los grupos de mayor peso económico y político.

Después de la declaración de su independencia el país fue agitado por constantes enfrentamientos, en lo que los choques de conservadores y liberales impidieron la estabilización, constituyendo a los caudillos militares en árbitros de sus permanentes conflictos. Como en el resto de las antiguas colonias españolas, durante estos años se dio en México ‘una trágica división y especialización del trabajo’: mientras los legisladores hacían leyes abstractas los militares llevaban a cabo golpes de Estado.

Frecuentes cambios de gobierno, efímeros ensayos constitucionales, algunas reformas liberales fracasadas, conformaron un cuadro que recién se modificó a partir de 1867, cuando los liberales lograron establecer un dominio estable. Las fuerzas centrífugas que la independencia puso en marcha alentaron algunas intervenciones extranjeras (española, francesa y norteamericana), que además de las pérdidas materiales y humanas endeudaron considerablemente al país y recortaron su territorio.”(1)


LAS ETERNAS LUCHAS INTERNAS DE MÉXICO:


“El primer intento reformista fue emprendido por Valentín Gómez Farías; el ideólogo de esos cambios fue José María Mora (1794-1850), un clérigo liberal que fue su principal consejero durante los meses que estuvo en ejercicio de la presidencia (entre abril de 1833 y mayo de 1834). Mora propició la secularización de los bienes eclesiásticos, la extinción del diezmo y el desarrollo de un sistema educativo controlado por las autoridades públicas; con estas ideas, este sacerdote –doctor en teología, apóstata y masón- fue un precursor de la Constitución de 1857 y las Leyes de Reforma de 1859. También se manifestó contra la intolerancia religiosa y por la estricta separación de la religión y la política; además reclamó la supresión de los fueros eclesiásticos y militares y el establecimiento de la igualdad individual.

En el trabajo en el que expuso sus ideas, Mora se extiende sobre el origen, la distribución y el empleo de los bienes eclesiásticos, para concluir que éstos deben quedar sujetos a la autoridad temporal. A través de herencias dispuestas por los fieles, diezmos que gravaban la agricultura y derechos parroquiales o de estola exigidos por los clérigos a cambio de sus servicios, la Iglesia mexicana había concentrado una enormes riqueza en fincas urbanas y propiedades territoriales en gran medida improductivas y pésimamente administradas; las rentas que proporcionaban estas propiedades estaban desigualmente distribuidas entre la jerarquía eclesiástica, que llevaba una vida opulenta, y los simples curas, de existencia miserable. Esta acumulación de bienes, que por otra parte crecía constantemente, conspiraba contra lo que Mora consideraba como la base del progreso social: la formación de una extensa capa de pequeños propietarios rurales. El intento reformista de Gómez Farías fue frustrado por una rápida intervención del presidente López de Santa Anna que se encontraba refugiado en una de sus haciendas, el que dejó sin efecto las medidas; Mora, por su parte, partió hacia el exilio en París de donde no regresaría.
México no sólo sufrió la independencia de Texas. Yucatán y Río Grande fueron dos de las provincias que intentaron independizarse en el siglo XIX.


En 1847 se realizó otro intento desamortizador, igualmente frustrado. En algunos aspectos las circunstancias eran similares a 1833: el presidente electo era López de Santa Anna y Gómez Farías se encontraba a cargo del ejecutivo por ausencia de su titular, que comandaba el ejército que enfrentaba a los invasores norteamericanos. La presencia de tropas extranjeras, los ingentes gastos de guerra, las enormes deudas y la escasez de ingresos fiscales llevaron al vicepresidente a solicitar al Congreso autorización para proporcionarse hasta quince millones de pesos a través de hipotecas o venta de bienes de mano muerta, para continuar la guerra. Previamente el gobierno había realizado algunos intentos de conseguir los recursos por medio de la Iglesia. Desde el punto de vista económico los resultados fueron nulos, ya que no entró un solo peso al erario nacional; el intento originó una sublevación, la rápida intervención de Santa Anna y la supresión de la vicepresidencia, ya que Gómez Farías se negó a renunciar. La desamortización de los bienes eclesiásticos, además de otro ‘bienes de manos muertas’ pertenecientes a los ayuntamientos y a las comunidades indígenas, recién tendrá éxito a partir de 1857 con el triunfo de los liberales.

El tramo final de la lucha entre liberales y conservadores se inició en 1854 con la revolución que expulsó del poder a José Antonio López de Santa Anna, caudillo ideológicamente inconsecuente que durante el cuarto de siglo anterior dirimió los conflictos internos convocando alternativamente a uno y otro bando. El triunfo de los liberales se concretó en la Constitución de 1857, que afectó los intereses del Ejército y la Iglesia y originó la reacción clerical-conservadora; el resultado fue una guerra civil que duró tres años y la posterior intervención de los franceses, auspiciada por sectores conservadores, que dio lugar a una guerra de liberación nacional que se prolongó hasta 1867. Tras la derrota de Maximiliano de Austria se consolidó la hegemonía liberal durante las presidencias de Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada, la que se prolongó con un marcado tono oligárquico durante el régimen de Porfirio Díaz, desde 1876 a 1910.
Maximiliano de Habsburgo, Emperador de México


Con las LEYES DE REFORMA –aprobadas por Juárez en medio de la guerra civil que sostenía con los conservadores apoyados por el clero- el liberalismo mexicano profundizó las medidas secularizadoras contenidas en la Constitución de 1857. 
En el curso de pocos meses se aprobaron varias leyes que modificaron sustancialmente las relaciones con la Iglesia y produjeron la ruptura con Roma:

*El 12 de julio de 1859 se ordenó la NACIONALIZACIÓN DE LOS BIENES DEL CLERO Y LA SEPARACIÓN DEL ESTADO MEXICANO DE LA IGLESIA CATÓLICA; el 23 se ESTABLECIÓ EL MATRIMONIO CIVIL;

*cinco días después se creó el REGISTRO CIVIL; tres días más tarde se SECULARIZARON LOS CEMENTERIOS;

*el 3 de agosto se mandó retirar la legación de México acreditada ante la Santa Sede y se ordenó la salida de monseñor Clementi, delegado papal en el país;

*el 4 de diciembre de 1860 se decretó la LIBERTAD DE CULTO.
Bandera del Segundo Imperio Mexicano


Ya victorioso e instalado en Ciudad de México, Juárez NACIONALIZÓ LOS HOSPITALES Y OBRAS DE BENEFICENCIA (1861) y promulgó la EXTINCIÓN DE LAS COMUNIDADES RELIGIOSAS (1863). En sus enfrentamientos con la Iglesia Juárez estimuló el establecimiento de una iglesia mexicana, propiciando un cisma; al mismo tiempo, los gobiernos liberales propiciaron la difusión del protestantismo como manera de erosionar la influencia católica entre la población.
Benito Juárez, el líder federal que derrotó a los franceses y al Segundo Imperio


Esta última política fue la que se afirmó a partir de la presidencia de Lerdo de Tejada; el proyecto cismático cobró nuevo impulso a mediados de la década de 1920, cuando el gobierno mexicano afrontó un nuevo pico de enfrentamiento con los católicos.




CONTRA LOS PRIVILEGIOS CORPORATIVOS:


Desde la colonia, la acumulación de tierras en pocas manos fue una de las características dominantes de la economía hispanoamericana. La Iglesia figuraba entre los más grandes propietarios y el problema de los ‘bienes de manos muertas’ es una de las claves de sus conflictos con los gobiernos de inspiración liberal, especialmente en aquellos países donde la propiedad eclesiástica era cuantiosa; también poseía fincas urbanas, cuyo arrendamiento le proporcionaba rentas que destinaba en parte al sostenimiento  de las obras benéficas y educativas que estaban a su cargo. Las acciones desamortizadoras formaron parte de las reformas borbónicas y tuvieron el propósito de terminar con una acumulación improductiva, poniendo a disposición de pequeños propietarios tierras para su explotación. El propósito de favorecer la pequeña propiedad campesina también estuvo presente en Hidalgo y Morelos y fue anunciado posteriormente por los ideólogos liberales, asociada en algunos casos a la intención de favorecer la colonización y radicación de extranjeros.  En los países con densa población aborigen el individualismo liberal orientó el despojo de comunidades indígenas y la venta de las tierras ejidales; en nombre de las libertades individuales los liberales embistieron contra el régimen tradicional de propiedad indígena, con el doble propósito de que ingresaran en el mercado las tierras y la mano de obra requerida para el desarrollo de una agricultura comercial. En general, el resultado fue la acumulación de más tierras en manos de antiguos terratenientes y de una burguesía rica, indiferente a las excomuniones que fulminaban los clérigos en estos casos. La disconformidad resultante –sumada a la tradicional influencia religiosa sobre los indígenas- favoreció en algunos casos la movilización aborigen bajo el influjo religioso para resistir las medidas liberales.

Las manos muertas eran la acumulación de bienes por la Iglesia o por las comunidades indígenas, que por su propia naturaleza impedían legalmente que una vez ingresadas en la masa patrimonial de dichas corporaciones los mismos pudieran ser vendidos o hipotecados, salvo casos excepcionales, es decir, salían del comercio, por lo que se decía que pasaban a ‘mano muerta’, o se AMORTIZABAN. Durante los tres siglos de la Colonia se había producido la amortización de una gran cantidad de bienes raíces en manos de los ayuntamientos y de la Iglesia, a los que había que agregarle las tierras de las comunidades indígenas.

La desamortización de los bienes eclesiásticos por parte de los gobiernos liberales de Benito Juárez y Sebastián Lerdo de Tejada cabalgaba entre lo económico y lo político-ideológico: se trataba, por una parte, de volver una gran masa patrimonial al comercio, destruyendo a la vez la base material sobre la que se asentaba el enorme poder eclesiástico.

La Ley Lerdo de 1856 disponía que todas las fincas rústicas urbanas se adjudicaron a sus arrendatarios por el valor de su renta anual calculada; en caso de que no se pagara arrendamiento, se debía calcular su monto a través de peritos designados por las partes (y de un tercero, en caso de discrepancia) a fin de determinar el precio de la finca. Las fincas no arrendadas, o aquellas cuyos arrendatarios renunciaran a su derecho de adquirirlas, podían ser vendidas voluntariamente con autorización gubernamental o salían a remate. Los bienes de las comunidades indígenas que no estuvieran arrendados tenían que repartirse entre los miembros de la comunidad.

La desamortización de los bienes de las comunidades civiles y eclesiásticas originó enormes problemas. Se afectaba a sectores muy poderosos, que resistieron la pérdida de innumerables bienes; las leyes sólo les permitían conservar aquéllos indispensables para el cumplimiento de su objetivo social, que en el caso de la Iglesia fueron –en primera instancia- los edificios de conventos, palacios episcopales, colegios, hospitales, hospicios, casas de beneficencia y las destinadas al alojamiento del clero secular. En el caso de México, donde existía una Iglesia sumamente rica y muy influyente, la desamortización originó tremendas resistencias y desembocó en una guerra civil. Para preservar su propiedad el clero se valió de ocultamientos, fraudes y transferencias ilegales a testaferros; en algunos Estados, las propias autoridades favorecieron estas maniobras. Durante la Guerra de los Tres Años o Guerra de Reforma, entre 1858 y 1861, los clérigos apoyaron a los conservadores en su intento de anular la aplicación del programa liberal. La resistencia no hizo más que exacerbar a los liberales, que aprobaron medidas todavía más radicales que las que hemos mencionada más arriba. En su desesperación, los conservadores y la Iglesia de México apoyaron la ocupación francesa y la instalación del Imperio de Maximiliano de Habsburgo que, curiosamente para ellos, mantuvo las medidas respecto a la desamortización y nacionalización de los bienes del clero.”(1)
Maximiliano de Habsburgo fusilado luego de su derrota


EFECTOS DE LAS REFORMAS:


“El rendimiento económico que obtuvo el Estado Mexicano de la desamortización fue modesto y el proyecto de fomentar la pequeña propiedad rural no se concretó. En la mayoría de los casos los inquilinos no adquirieron las fincas desamortizadas, las que fueron a parar a manos más poderosas. Los ocultamientos y simulaciones fueron muchos y frecuentemente el clero siguió siendo dueño de bienes aparentemente transferidos, cubriendo fraudulentamente las formas legales. Tampoco faltaron los chascos para la Iglesia por parte de algunos testaferros aprovechados.

Los efectos políticos fueron más importantes y perdurables: los clérigos perdieron el control del registro civil, de la educación y de la beneficencia y las autoridades quitaron todo apoyo oficial a las autoridades religiosas. La reforma liberal quedó consolidada con el decreto del 25 de septiembre de 1873 por el cual el presidente Lerdo de Tejada incorporó a la Constitución de 1857 las Leyes de Reforma dictadas después de 1857: a través de cinco artículos se dispuso la independencia del Estado respecto de la Iglesia; la secularización del matrimonio y demás actos del estado civil de las personas; la prohibición de que cualquier institución religiosa adquiriese bienes raíces o capitales impuestos sobre los mismos, con excepción de los que de destinaran inmediata y directamente al objeto de dichas corporaciones; la prohibición de las órdenes monásticas y el cambio del juramento por la promesa.” (1)



NOTAS:

(1): RECALDE Y OTROS: “Historia Argentina y Latinoamericana I”, Aula Taller, 2005, pags.156 a 161.