ENFRENTAMIENTOS ENTRE FACCIONES DE LAS FUERZAS ARMADAS:
“El gobierno de Guido estuvo completamente subordinado al poder las Fuerzas Armadas. Sus jefes y los miembros que, en distintas oportunidades, se sublevaron con el objetivo de hacerse del mando eran quienes determinaban las políticas nacionales. El presidente Guido solo cumplía la función de representar una fachada de legalidad democrática. Entre marzo de 1962 y marzo de 1963, juraron cincuenta ministros y secretarios de Estado, según contabilizaba el diario La Prensa. Luego de cada enfrentamiento entre facciones de las Fuerzas Armadas, el bando ganador ponía en escena un nuevo elenco gubernamental. Esta inestabilidad de funcionarios se correspondió con una profunda inestabilidad en las políticas públicas, lo que agudizó la crisis económica, social y política.
A partir de la ‘Revolución Libertadora’ las Fuerzas Armadas estuvieron atravesadas por el enfrentamiento entre dos facciones rivales, que se identificaron como COLORADOS y AZULES, colores que distinguían a los bandos en las maniobras militares. En 1962, los militares colorados eran profundamente antiperonistas; y los azules estaban de acuerdo con permitir un acceso condicionado a ciertos dirigentes peronistas con el fin de lograr la normalización institucional.
El enfrentamiento se había originado por las distintas posiciones que estas facciones militares tenían en relación con la participación del peronismo en la vida social y política de la sociedad argentina. Pero hacia 1962, cada bando luchaba para lograr el control del conjunto de las Fuerzas Armadas y, de ese modo, estar en condiciones de ejercer la tutela sobre el gobierno y para establecer el rumbo que debía seguir la política nacional.
Desde el derrocamiento de Frondizi, el gobierno de Guido estaba controlado por los colorados, integrados por la Marina y la infantería y artillería del Ejército. Azules eran la Fuerza Aérea y la Caballería del Ejército.
Los enfrentamientos entre estas facciones tuvieron una primera etapa que fue caracterizada como una batalla de declaraciones. Durante unos meses, los jefes de distintos cuerpos y guarniciones dieron a conocer bandos, proclamas, radiogramas y comunicados con el objetivo de hacer conocer a sus subordinados y al conjunto de la sociedad sus ideas sobre lo que debía o no debía hacer el gobierno y cuáles eran los pasos que debían seguir las Fuerzas Armadas para asegurar las acciones deseadas. Cuando el 6 de septiembre de 1962 el Poder Ejecutivo, bajo tutela colorada, disolvió el Congreso Nacional, el conflicto se profundizó. Muchos civiles consideraron que con este acto el gobierno había perdido la legalidad y le retiraron su apoyo. Desde entonces, los colorados comenzaron a ser considerados abiertamente golpistas.
LOS AZULES IMPONEN SU AUTORIDAD
Mientras tanto, los azules estaban más preocupados por el estado deliberativo y la indisciplina que se registraba en los cuarteles. El general Juan Carlos Onganìa se decidió a enfrentar a los colorados y restablecer la autoridad y el respeto por los mandos naturales en el interior de las Fuerzas Armadas, paso necesario para que éstas abandonaran la política y se concentraran en su capacitación profesional. En el plano político, proponía ‘mantener y afianzar al Poder Ejecutivo y asegurarle libertad de acción a fin de concretar, en el más breve plazo, la vigencia de las disposiciones constitucionales’, es decir, la normalización institucional.
El 22 de septiembre la Fuerza Aérea bombardeó una concentración colorada en San Antonio de Padua y hubo enfrentamiento de tropas en Plaza Constitución y en los parques Chacabuco y Avellaneda. Finalmente, el comando colorado se rindió y el presidente Guido designó al general Onganía como comandante en jefe del Ejército. Desde su nuevo cargo, Onganía controló una reestructuración del gobierno.
HACIA LAS ELECCIONES GENERALES DE JULIO DE 1963
La crisis militar y política profundizó la crisis económica y, en enero de 1963, el ministro de Economía Álvaro Alsogaray explicaba que el país se encontraba en estado de emergencia. Anunció que los sueldos y los aguinaldos se pagarían en cuotas mientras que la inflación crecía y el gobierno firmaba acuerdos con el FMI. En ese clima de desorden y confusión generalizados, el gobierno comenzó a impulsar la campaña electoral para elegir a las nuevas autoridades constitucionales.
En los primeros meses de 1963 también tuvo lugar el Congreso Normalizador de la CGT, que eligió como nuevo Secretario General a José Alonso. La nueva conducción cegetista emprendió una política agresiva de denuncia y acción directa. En este marco, la campaña electoral estuvo atravesada no sólo por el ya tradicional enfrentamiento entre peronistas y antiperonistas –ahora llamados gorilas- sino también por numerosas huelgas y conflictos en muchos gremios.
LAS CANDIDATURAS:
Algunos de los principales partidos políticos –la UCRI y loa partidos Conservador Popular, Federal, Demócrata Cristiano y Unión Federal- decidieron constituir un Frente Electoral Nacional y Popular, que incluía el Movimiento Justicialista (nombre que se habían dado los peronistas proscriptos). En marzo de 1963 se reunieron en la que llamaron LA ASAMBLEA DE LA CIVILIDAD y firmaron un ACTA DE COINCIDENCIAS. Esta decisión volvió a plantear la cuestión de los límites de la proscripción del peronismo.
En abril de 1963, un grupo de militares encabezados por el General Benjamín Menéndez se sublevó con el fin de hacer saber la oposición de un sector de la Fuerzas Armadas al retorno del peronismo, concretado a través del otorgamiento de la personería electoral a la Unión Popular, nombre que se dio el Frente. En realidad, el movimiento había sido impulsado por el Almirante Rojas y los jefes de la Marina, pero éstos no se pronunciaron públicamente y, finalmente, Onganía controló a sus subordinados.
Sin embargo, las presiones militares y la disidencias entre los integrantes del Frente sobre la fórmula para presidente y vice terminaron quebrando la unidad y debilitando sus apoyos electorales. Frondizi mantuvo su compromiso con la unidad popular, que llamó a votar en blanco.
La UCRI llevó conoi candidato a presidente a Oscar Alende y la UCRP consagró la fórmula ILLIA-PERETTE.
Por su parte, algunos grupos de derecha impulsaron la creación de otro frente: UNIÓN DEL PUEBLO ARGENTINO –UDELPA- que impulsó la candidatura del general Pedro E. Aramburu.
Finalmente, las elecciones se realizaron el 7 de julio de 1963 y la Unión Cívica Radical del Pueblo obtuvo la mayor cantidad de votos: el 25% eligió la fórmula Illia_Perette. La UCRI obtuvo el segundo lugar con el 16%, y UDELPA el tercero con el 7.5%. Sin embargo, el porcentaje de votos en blanco alcanzó más del 19%, constituyéndose, en realidad, en la segunda fuerza. Según el sistema de representación proporcional, los candidatos de la UCRP no tenían la mayoría absoluta para garantizar un triunfo en el colegio electoral. El 31 de julio de 1963, Arturo Illia y Perette fueron consagrados presidente y vicepresidente de la República Argentina por 270 electores radicales del pueblo, radicales intransigentes, demócratas cristianos, conservadores y socialistas.
Aún cuando una gran parte de la sociedad argentina vivió la asunción de Illia como una vuelta a la legalidad institucional, el casi 20% de votos en blanco significaba que el gobierno iniciaba su gestión con una grave falta de representatividad de los intereses de importantes sectores de la población. Y esto iba a atentar contra su estabilidad”. (1)
Tomado de:
(1): La Argentina Contemporánea (1852-1999), Ainque, 2003, pags. 184-186
CONSIGNAS:
1-¿Qué características tuvo el gobierno de Jose María Guido?
2-¿Quiénes eran "azules" y "colorados"?
3-¿Cómo se enfrentaron estos sectores militares?
4-¿En qué condiciones se organizaron las elecciones de 1963?
5-¿Cuáles fueron las candidaturas?
6-¿Cuál fue el resultado de las elecciones?
7-Buscá información sobre la Batalla de Magdalena del 2 de abril de 1963 que enfrentó a aviones colorados con tanques azules.
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